香港 (Hong Kong) huele bien. Huele a colonia, ex-Colonia inglesa. Si señores llevo con esta gilipollez como cuatro o cinco dias a cuento del viajecito del fin de semana. Tambien conocida como "visa town", o el NY tropical, HK ha cumplido las expectativas y no me ha defraudado. La razón principal del viaje no era acercarnos al calor (que también) sino el papeleo ya conocido.
Han pasado muchas cosas desde la ultima vez que escribi que me darán mucho de que hablar en proximas entradas. Véase:
-la interminable mudanza a la casa nueva
-la maldita primavera que no llega y el frio que no se va
-las fantasticas noches en el ktv (karaoke ultra fancy)
-he empezado el segundo libro de spoken y de caracteres y ya puedo negociar con los petardos del yashow (mercadillo chino de cinco plantas de copias de marcas a 3 minutos de la academia).
Pero centremos los honores en HK esta vez.
No es una ciudad para caminar. Sin mucho esfuerzo se ve el principio y el final, quiero decir, no esta construida como sabeis con grandes avenidas, sino en vertical. Por algunas zonas puedes corretear de edificio en edificio sin bajar a la acera por una serie de puentes-galerias incrustados en centros comerciales que ocupan las primeras plantas. La gente camina rápido, circulan ágiles, cosa que se suele decir que ocurre en las grandes urbes (a excepción de Beijing, donde el espacio tiempo no se rige por las leyes de Newton, recordadme que os hable de los entrañables zombies de Beijing). Los Hongkoneses son amables, abiertos y muy conscientes de quién es China y quiénes son ellos.
En esta última foto podeis ver los famosos andamios de bambú. Éste es pequeñito, pero los utilizan para todo. Vimos en directo cómo empezaban a montar uno y no creais que tiene mucha ciencia. Los montan a pelo directamente sobre la acera y contra el edificio, habilidosos hombres que escalan como monos por las farolas. Lo de monos no es despectivo ni mucho menos, es más bien de alabar.
La ciudad impresiona. no voy a negarlo. Dudo que algún turista diga que no le ha gustado tras visitarla. Aunque de cara a vivir en ella, parece un sitio para trabajar y gastar, y punto. Cosa que tampoco está mal temporalmente :). Encontré por casualidad las oficinas de nuestros amigos de Execution Hong Kong, aunque no subí a saludar, por miedo a quedarme maniatada a un terminal de Bloomberg.
Hablando de lo cual, la cultura financiera flota en el aire. En la tele del hotel había un par de canales en inglés, alguno en cantonés (porque el chino que se habla en HK no es mandarín, y no se entiende prácticamente nada) y luego una batería de canales económicos. De cada dos bajos comerciales uno es una sucursal. Yates y helicópteros a tutiplén, como si fueran regalados. La gente se lee las recomendaciones de inversión de sus bancos, entienden la letra pequeña, se plantean el riesgo de una moneda ante unas elecciones a corto plazo. Se respira en el aire. Los muchachos manejan. Y es verdad que huele bien, porque está limpio, y porque la gente es de lo más cívica que he visto hasta ahora, quizá por miedo a las multas (la policia en HK no se anda con tonterías, y los tiene tiesos a normas y prohibiciones). Y el sistema de metro es brutal, barato no, pero eficaz un rato largo.
Dado que seguimos siendo pobres optamos por la opción de aterrizar en shenzhen y no directamente en HK. otro tema curioso. Shenzhen es aún China. Está justo en la frontera con HK. Es más, lo que les separa es un riachuelo y un puente. Resumiendo logísticamente el viaje como si fuera una receta, consiste en lo siguiente: se toma el metro en Beijing con una buena dosis de empujones y apretujones en la linea diez hasta conectar con la linea del aeropuerto. Una vez en el segundo tren se observa con detenimiento que la opción elegida es la correcta dado el atascazo que se ve en la autopista (alguno de los rings, dificil distinguirlos en algunos casos). Se toma el avión, tras un sistema de colas no especialmente ágiles para pasar los controles de policía (para variar). Alrededor de tres horas más tarde se aterriza en Shenzhen. Al salir del avión se saborea el calor y la pegajosa humedad (15 o 20 grados más que en Pekin). Se toma un autobús que aun dándole zapatilla tarda más de una hora en atravesar la gigantesca Shenzhen. Se cruza el control de Pasaportes Chinos. Se cruza el citado rio. Se cruzo el Cotrol de pasaportes Hongkones. Se toma el metro que atraviesa el pequeño país, al salir de nuevo a la superficie notas el craqueteo de tus vertebras al mirar hacia el cielo para intentar ver dónde acaban los edificios.
Por si esto no fuera poco el sábado quedó inaugurada la temporada de baño con un chapuzón en la playa de Sai Kung, siendo en mi caso mi primer baño en el Pacífico, tras una buena caminata por selva tropical y con un punto de tensión final caminando la última hora ya de noche a orillas de un pantano gigantesco. Por supuesto que si se tienen HKD a estas playas se llega en barco o por aire, ya que tienen helipuerto.
Hoy no hay tiempo para más, que como buena estudiante tengo un carro de Zuoye (deberacos de chino) por delante, asi que lo dejamos aquí. Mentalizándome para la mudanza el fin de semana y rezando a Buda para que llegue el buen tiempo de una vez me despido. Mas fotos, y muchos besos.